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Bitácoras

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"TÚ ERES.

LO SÉ.

LO SUPE.

TE RECONOCÍ.

ERES.

DESDE HACE MUCHAS COINCIDENCIAS.

ERES.

DESDE ANTES DE ENCONTRARTE.

LO SÉ, AMOR.

ERES TÚ."

ANIMACIONES:

WILLABETA

DE aLLY PARA THOMPSON

NUNCA DEJES DE BRILLAR

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-“Sé amable. Pues cada persona con la que te cruzas, está librando su ardua batalla”.- Lo leyó con delicadeza, llevando sus manos a su larga cabellera para despelucar de ella como era de costumbre. Lo susurró sin tomar medida del espacio tiempo. Solía, entre la burbuja de su creación misma, leer aquel mensaje que constaba de tan solo 15 palabras capaces de cambiar toda una melancolía cargada tras los años. No hubiese día que no se recordara cuán esencial era vivir a costa de una felicidad innata, y entre esas, la composición del mundo en su totalidad. Estaba más que claro que cada paso que daba, era la  cercanía de la muerte, pero en su mente, solo imaginaba el posicionarse allí y sentir esa satisfacción de saber que fue feliz e hizo feliz. . 
Aunque el mundo no pudiese salvarlo solo uno, en su destrucción, empezó aquella chica por salvar el suyo. Su nombre es Ally. Para algunos, tal vez aquella mujer sombría que mantiene recurriendo a sus lecturas curiosas y a su belleza alucinante cargada de una complicidad poco posible de entender. Para otros, bueno, para otros es quizás la última luz en la oscuridad. 
Era sábado ocurrente, cada día equivalía a una nueva travesía, aunque su pasado se pintara de los colores más anodinos posibles.
Llevaba tras sus ojos toda una historia que al contarse pondría el alma triste de quienes la escuchan. Pero no hay de más, se reconstruye de recuerdos y caídas, todos los días emprende a la alimentación de su felicidad audaz. 
La casa estaba sola, como era tan  normal. Su abuela salía todas las tardes a donde sus amigas, y era la única familia que tenía. No es nostalgia, Ally ríe, baila, ¡ama la literatura!, enterrando sus memorias pasadas. Suele ir los martes a enseñarles a niños pequeños sobre sus aprendizajes, siempre con la intención de que pongan a trabajar su mente y no dejen morir su imaginación. Por lo tanto cada noche que sale de ahí, se dirige hacia el bar de la anciana para leer, tomar algo de café, y divagar en pensamientos.
Entre su amor por las cosas no intuitivas, poco vistas al ojo humano, vivas por naturaleza y valiosas por lo que significan, se convierte también en monotonía el estar. Estaba feliz, pero sentía dentro de ella un vacío inquietante. Un vacío el cual nunca le encontró explicación.
Cerró la puerta con cuidado, puso las llaves bajo el tapete por su sí abuela regresaba temprano, y llevó consigo su libro favorito titulado “el principito”, un cuaderno con hojas color cafés, y un bolígrafo de tinta negra pura. Sus mejores herramientas para sobrevivir en un día como hoy. 
Fue al vivero que se encontraba a 5 calles de su casa, se sentó a saludar a sus amigas plantadas, algunas secas, otras mojadas. Les leyó unos cuantos versos, y al mirar el cielo ya la tarde caía y cuando la Luna dio paso a notarse, se dirigió aquella chica al bar de la anciana, aunque este día no fuese martes.
Algo dentro de sí le pidió que allí podría estar mejor. Fue como impulso del momento y sin pensar ya estaba sentada en el mismo asiento de siempre, con su mismo pedido de siempre y su libro a la mano.
Cada palabra era merecedora de atención. Era esta la vigésima vez que lo leía, y es que cada vez que lo hacía lo sentía como la primera vez.  Concentrada en su lectura, empezó a sentir que alguien la observaba más de lo debido. ¿Era cierto o tan solo una alucinación? Sacó de su cuaderno un pedazo de papel y escribió en ella las palabras más exactas de ese instante. Luego las borró con el doble de intensidad a como las escribió. Cogió una servilleta que acompañaba el café, y escribió encima de ella palabras que nadie entendería. Dejándola con el propósito de encontrar a esa persona que quisiera leerle algún día aunque no entendiese nada en absoluto. La metáfora de su vivir.
Miŕo disimuladamente quien la observaba. Era una carita cabizbaja y bonita. Reluciente tras ser contemplada al cabo de un rato, mas no importaba en absoluto.
Se retiró de aquel bar y antes de irse miró nuevamente a aquel chico triste, para recordarle esta noche por si era la última vez, solo que justo al hacerlo sus miradas coincidieron. Se había dado cuenta que le miró y desde ese día no volvió hasta ser martes, como de costumbre. 

4 Y 6 DE SEPTIEMBRE del 2018.

Esa mañana que yacía el frío sobre cualquier otra cosa, aceleró Ally su pasó más de lo normal y fue a su armario en busca de su bufanda color negra favorita. -¡Es un día asimilante a el invierno!-. Se dijo. Hizo café para ella y para su abuela, la despidió con un inmenso abrazo antes de que se fuese a pasar el rato dónde sus amigas, y por fin, estando sola, cogió su libro y comenzó su lectura diaria hasta que fuese el medio día.

Tomó un baño de agua fría, aunque el día estuviese frío, se puso sus botines predispuestos a calentar, su bufanda que nunca puede faltar, no peinó de su pelo como siempre, sacó su bolso y lo colgó de su lado derecho. Su pelo caía  por encima de la mochila, y se veía igual de bien.

Caminó 10 calles a su derecha. Prefería eso a tomar el autobús. Podía chapotear los charcos, sentir el aire sereno y erizarse al sentir los ventarrones helados recorrer toda su piel, en fin, ¡toda una maravilla!

Cuando por fin llegó a esa casita, la estaban esperando todos aquellos pequeñajos. Corrieron a abrazarla fuertemente y con una inmensa sonrisa en su rostro, le dijeron cuán alegres estaban de que volviera a ser martes, y de que ella volviera a enseñaros.

La mujer sombría sacó de su bolso unos cuantos libros, y con ellos armó una torre, donde cada niño comenzó a pasar con delicadeza por debajo de esta. Contaba con su voz tan dulce y sensual, historias e historias sin parar. Existía un caballero, luego una princesa, y finalmente la reforma y contrareforma que iba de tablón a sus oídos. Un poco de memorias pasadas no quedaría para nada mal. Sin embargo es la imaginación lo que lo hacía alucinante. Ver a todas aquellas caritas felices, escuchando a una chica apasionada por lo que hace, saliendo de ese mar de complicaciones que tanto les acarrea el aprender a las malas. Todos aprecian a Ally de una forma inigualable. Y ella es feliz haciendoles feliz por medio de la lectura.

Luego, una de sus estudiantes propuso una actividad para traer. ¡Era increíble! Cuánta imaginación. Ya se había comprometido a hacer esa tarea. Elaborar un texto de otra persona presente en esa sala. Ally sabía la persona perfecta para hacerle ese texto, y esa sería para ella misma.

Esa tarde salió mas que satisfecha y contenta. Se dirigió a su casa con gran rapidez, y esa noche al bar no decidió ir. Se dedicó a escribir en su mínima nostalgia. Y cuando abrió sus ojos, pareciera como si hubiese pasado por encima toda una vida. Era miércoles por la mañana.

11  Y 13 DE SEPTIEMBRE del 2018.

“Glisdey” era el lugar a donde acudía Ally para compartir sus aprendizajes con los niños curiosos. Su grupito se llamaba “Los cuatro tercios”, nunca se supo el por qué de aquel nombre. 
No se trataba de que aquella chica fuese tan adulta como para ser maestra. Era una joven común y corriente, que siguiendo el estereotipado de la sociedad, pudiendo elegir por una carrera importante y bien pagada, optó por hacer lo que más adoraba, enseñar.
Es tan corto el tiempo, se suele pensar. Pero es que es imposible que Ally pasara desapercibida de la vida viendo cómo un montón de niños pierden su imaginación, o no aprovechan todas sus capacidades al 100.
Los talleres que hace de literatura  son la única salida que estos tienen para sentirse como realmente en casa, y ella es más que afortunada haciendo su labor.
Esa mañana despertó algo extrañada de sí misma. Fue directo a la cocina a preparar el café como todos los días, y su abuela había terminado de leer su periódico diario. Lo puso sobre la mesa que se encontraba a su lado, se dirigió a su habitación y se volvió a dormir. 
Ally con la mera intención de cambiar su rutina en cuanto a su lectura, cogió aquel periódico y lo abrió en la mitad. Allí se encontraban varios escritos que le conmovieron el alma. Esa forma de escribir era tan peculiar y sensata. Pero detrás de cada letra se esconde una tristeza. No paraba de leer cada letra. Se hacía tarde para organizarse e ir al taller. Aún así lo releyó otras 10 veces, y se preparó para irse.
Esta vez leyeron los textos hechos por cada mente brillante presente en esa sala. Y como si fuera poco, se dispusieron a saltar, bailar y cantar todos en conjunto. ¡Que no falte el divertirse! 
De camino al bar, se fue pensando aquel rostro cabizbajo de la otra vez. Por fortuna, Ally lograba revestir su poesía, y sabía que tras esta, no había tanta serenidad. Entre tanto pensar, abrió la puerta del bar que sonaba un poco fuerte. Se sentó sin su instinto de observación, sólo a lo que era. Ya la anciana sabía cuál era su pedido de siempre, le llevó a su mesa un café caliente y esta se predispuso a tomar. Mientras ponía sus ojos en la taza hirviendo, escuchaba cómo al fondo las pullas por el partido aumentaban, casi que darse por dormida, hasta que al otro lado de la mesa se sentó el chico. 
Intentó no mostrar tanto interés por su presencia, pero aquella mujer observaba con más detenimiento ese rostro reluciente y apagado. Ahora que lo pensaba era más bonito a como lo había visto de lejos, y en el silencio casi que incómodo.
Mirarlo era toda una locura. Llevaba en sus orejas dos pendientes color negro que le lucían muy bien, un buso color negro también y su bufanda oscura. 
Ally se presentó con una expresión muy simplista y preguntó su nombre. 
-Lindo nombre, el mío es Jorki-. Respondió aquel chico.
Tenía una voz que transmitía seguridad. Era seguro estar a su lado, se dijo a sí misma Ally. Y se quedaron hablando un poco sobre sus vidas, ¿cómo es que sus palabras lograban esconder tan bien ese sentimiento de inmensa depresión? se preguntaba la chica. No se dieron respuesta a un contacto para una próxima vez. Los dos sabían que volverían a aquel mismo lugar, a esa misma hora.
De ida a casa, aquel chico no salió de su mente. Se quedó impregnado ahí, en el alma.

18  Y 20 DE SEPTIEMBRE del 2018.

Esta mañana los pájaros olvidaron el cantar con intensidad. Ally se había levantado lo suficientemente tarde como para saber que en casa ya no se encontraba la abuela y que por primera vez en su vida sentía una corazonada de que algo malo iba a pasar. Aún así su felicidad siempre prevalecía sobre cualquier energía negativa que quisiera acabarla. Tomó su café con gran rapidez y se dirigió a pasos largos hacia el taller, pues estaba pendiente con aquellos pequeñajos y por 30 minutos de más les estaba fallando.
Nada convertía su existencia tan emotiva como lo eran sus estudiantes. Le recordaban su niñez aunque tan solo fuese una joven, y en su mente proyectaba todo lo que se imaginaba el estar de grandes, claro era, con una sonrisa inacabable. Era indudable que recibió un regaño por parte de sus chicos, pero finalmente todo terminó en un gran chiste y se comenzó con la lectura de los textos de cada compañero. 
Era curioso para Ally ver y escuchar el gran léxico que a su edad ya tenían. Los sentimientos tan puros que cada uno resaltaba era dignos de admirar aunque se le hacía triste pensar que en un futuro cada uno perdería su alma de niño y la vida la verían como una obligación. Aún así no dejó de sorprenderse sobre la hermosa perspectiva que tenían del otro y como todo lo que sus mentes les imaginó lo convirtieron en palabras.
Terminado este espectáculo de letras aquella chica les leyó la unidad didáctica que les tenía para esta ocasión, y por supuesto, continuaron unos que otros niños por leer sus hermosos e impecables textos.
Caminó esta vez a paso lento y se enrojeció sin querer al pensar en la maravilla que le esperaba en casa. Dio una sonrisa innecesaria al traer a su mente a el chico del bar. Era tan hermoso pensar en todo el misterio que traería su auténtica oscuridad, y también, ¿cómo era que le envolvía el pasado? Que nadie supo cuidarle tanto. Era para ella una ilusión. No dormía lo suficiente por recrearlo en su mente. 
Antes de abrir su puerta, pensó si esta vez le encontraría de nuevo, así que rápidamente escribió en un papel las palabras más sinceras y locas que salían de su reluciente y aunque no pareciera, vacío corazón. Entró sin que sonara tan grotesco el ruido de la puertecilla del bar, y observó que a lo lejos ya se iba aquella carita cabizbaja. En ese instante sonó a el teléfono un número desconocido que al contestar le avisó que su abuela empezaba a tener comportamientos muy extraños. No tuvo tiempo de pensar bien, solo se acercó a Jorki, le entregó el mensaje con símbolos extraños, le saludó rápidamente y se fue. No tuvo tiempo para mirarlo una última vez. 

25 Y 27 DE SEPTIEMBRE del 2018.

Ally se detuvo en su puerta, metió las llaves en la cerradura y por fin la abrió. En la sala se encontraba dormida su abuela y al lado de ella una de sus amigas de suma confianza. Era extraño, Merry no tenía ninguna lesión física que diera cuenta que había sufrido de algún accidente o que su estado era inconsciente ni nada por el estilo. Se veía bien a cómo la veía Ally, aún así, no hizo falta hablar de más. La joven sabía lo que tenía su abuela y era algo a lo que le estaba temiendo desde hace ya ratos. ¿Cómo iba a luchar con esa pérdida de memoria? ¿Dónde iban a quedar todo esos recuerdos?  Fue una noticia que le carcomía el alma y que impidió que esa noche durmiera con tranquilidad.
Al otro día se despertó temprano para hacer el café y miró en el cuarto de la abuela Merry para saber cómo había amanecido. Había llegado la tía Celeste que se había ofrecido en cuidarla hasta que toda la tormenta hubiese pasado. A tormenta siempre hacía referencia a todo lo malo que estaba ocurriendo por el estado de la abuela. Ally sabía qué pasaría y para eso se preparaba psicológicamente e intentaba siempre hacerle feliz. 
Dejó todo listo, ropa, comida, casa, y se fue esta vez en autobús hacía el taller. Le sorprendía como el día se había oscurecido tan rápido. Se preguntaba nuevamente sobre el estado del chico que no podía salir ni una vez de su cabeza, y por último, no dejaba de pensar sobre su abuela. Pareciera como si fuesen problemas y aunque lo de Merry le ponía nostálgica, su sonrisa mantenía intacta cómo su pelo despeinado.  
A los pequeñajos les preparó un nuevo tema que consistía en los tópicos literarios. Unos de sus favoritos porque son temas que han sido usados  con frecuencia en la creación literaria a lo largo de la historia. Suelen identificarse a través de una frase breve, usualmente en latín, que resume el sentido general de cada uno.
Les dio varios ejemplos y entre ellos los que más le gustan: Carpe diem (que significa “aprovecha el día”.) y dice la importancia que aprovechar las oportunidades que nos da el presente. Ubi sunt (que significa “¿dónde están?”) dando a preguntarse por la existencia de aquellas personas u objetos que ahora ya no están. Locus amoenus (que significa “lugar ameno”) el cual describe los entornos campestres, naturales y bonitos, en los que es agradable permanecer. 
Después de toda la teoría avisó que no habría taller en la segunda sección de la semana y que se verían en la próxima vez para continuar con los demás tópicos faltantes y harían actividades al respecto. Todos los chiquillos estuvieron muy activos hasta despedirle con un abrazo y llenarle por completo el ánimo.
Cuán poder significante tenían estos niños como para seguir haciéndole feliz. Ally no se dejaba llevar por las preocupaciones, pero aún así sentía miedo en los más profundo, por ser olvidada por una de las personas o tal vez la única que estuvo presente a lo largo de su vida. 
Llegó a casa, se sentó al lado de su abuela a leerle, mas esta no dijo ni una sola palabra. Estaba satisfecha aún así, de que al menos pudiese oírle y sonreírle sin saber por qué. Su tía se acomodó en el último cuarto del apartamento y le colaboró con los quehaceres. El día había acabado, nunca dejaba de sorprenderse por todo.

2 Y 4 DE octubre del 2018.

“Y yo, puedo ser tu momento cursi del día o tu antojo de algo dulce. Tu instante preferido o el roce a lo prohibido, puedo ser un poema de una sola línea o una rosa con el perfume que más te guste, puedo ser un puñado de minutos y una ola más del mar inmenso. Puedo ser tu silencio o un lunar en tu hombro, puedo ser tu decisión más fácil o un poquito de tu suerte. ¿Puedo volverte a ver? Déjame, que aunque mi poesía no tenga sentido, sé que puedo ser.”

Ese día se levantó de su cama con el doble intensidad. Se quedó un rato observando a la abuela hasta que Celeste se encargó de su cuidado. Se sentó a leer un poco o basta para decir que horas. Tomó de su café hecho a mano, barrió la casa, lavó sábanas y por fin, se dirigió al taller. Era inevitable esconder en su rostro que de nuevo había soñado con aquel chico del bar. Era tan alucinante recobrar su imagen y que este le hiciese formar una sonrisa en su cálido rostro. ¿Cómo era posible que aún sin conocerlo su faceta oscura le atraía tanto?  Era increíble pensar que cómo era estar en su cabeza y resolver las infinidades de enigmas que al verle a sus ojos se formulaba.

Cuando por fin llegó al taller, con paciencia y armonía le enseñó a su escuadrón lo que terminaba de faltar por los tópicos. Como es tan importante encerrar su conocimiento en cosas que nadie más que ellos saben hacer mejor, les asignó una actividad que consistía en escribir cada uno un poema o cualquier cosa que quisiera que fuese producción de ellos acerca de un tópico literario. Que lo viera reflejado implícitamente y que, como Ally siempre pedía, que le pusieran amor y empeño. Que lo hicieron de corazón. Todos los chiquillos se pusieron en esa tarea y el tiempo pasó y pasó, y ellos escribía y escribían. Finalmente hicieron un picni para no hacer de la tarea aburrida y todos compartieron un poco de las ideas que se les vinieron a la mente. Que grandioso era poder compartir a su lado. Había culminado su clase con alegría y se había dirigido como era de costumbre al bar.

Se sentó a pedir lo mismo de siempre, sacó su libro favorito y empezó a leer con serenidad. Los minutos pasaban pero no llegaron ni a los 10 cuando la carita cabizbaja de acercó a ella y empezaron a entablar una conversación. Lo normal en la que se preguntan cómo marcha todo, y Ally en lo profundo de sí misma estaba encantada por tenerle ahí cerca. Lo notaba un poco más alegre de lo que su expresión apenas podía lograr mostrar. Le comentó que había conseguigo un trabajo estable, y nada le alegró más que eso. Si eso le hacía feliz, aunque fuese un desconocido a ella también le alegraba. Solo pudo devolverle la emoción tras una sonrisa, y una pregunta que buscaba saber ¿cuál era su trabajo?. ¿Acaso había sido imprudente? se dijo Ally para ella. Jorki le respondíó que trabaja para escribir en una empresa, más no fue lo necesario para que esta chica le creyera. Aún así ni lo conocía, ¿que iba a suponer si era verdadero o falso?  Lo único que sabía por encima de todo, era que no había algo más dichoso que poder ver su rostro y su las comillas tan sublimes que se formaban cuando intentaba sonreír también. Ella creía que guardaba una gran historia de pena y dolor, pero sería capaz de resguardar sus cicatrices y amar cada una de las partes que algún día llegaron a estar en añicos. ¿¡QUÉ ESTABA PENSANDO ALLY? Acaso…¿se estaba enamorando?

Su estupida cara se notó sin duda. Le abrazó para marcharse a casa, y ese abrazo le curó todo lo que estaba por venir.  

8 Y 10 DE octubre del 2018.

Habían hospitalizado a la abuela por un paro cardíaco que le dio. Esto afectó su memoria más de lo normal por lo que la tía Celeste se le hacía irreconocible. Se negaba rotundamente a que la cuidara una desconocida. Y espero a que se fueran las enfermeras para hablar con su nieta una última vez más. Se sentó Ally a su lado guardando las lágrimas que más tarde le harían falta. Le escucho decir que todo ahora lo que decía ser suyo perdía su sentido. Que le amaba por montones y que debajo de su almohada había posado una carta que había hecho hace ya rato. Le había dicho que escuchó al doctor esta mañana decir que pronto no podría volver a recordar, y que en cuestión de meses su existencia desaparecería de este mundo.

Con las lágrimas en los ojos aquella chica llenó su frente de infinitos besos. Le dijo que sonriera en todas las casualidades, y que a su vida siempre le dio felicidad y fuerzas para ser quien era ahora. La enfermera le dijo que se retirara y le dio ciertas indicaciones de que estaría en el centro hospitalario de la ciudad donde se quedaría unos cuantos meses debido a su salud y a la nueva enfermedad que estaba adquiriendo: Alzheimer. Le entregó el horario de visita para los familiares y por ahí derecho le entregó un folleto para quienes eran su compañeros y deseaban también visitarle. Agradeció su asistencia y finalmente se retiró de la sala y la despachó hacia afuera cordialmente.

Por fin, estando ahí, se echó en llanto como nunca lo había hecho hace años. Se fue corriendo a casa, abrió su puerta como ventarrón, y se posicionó en frente de la cama para leer la carta que desenvolvería muchas preguntas. Tenía miedo de aquellas palabras y del mundo. Tenía miedo a quedarse sola nuevamente, pues no soportaría la muerte de otro ser querido aunque tuviese con qué vivir para toda la vida. ¿De qué valía hacerlo sola? Prefirió entonces, lavar su rostro, guardar la carta y leerla el otro día.

Se dirigió entonces con su expresión más aceptable para el taller porque sabía que los niños eran expertos en saber qué tenía, y más si siempre la veían feliz.

Estando en Glisdey, les apretó de un abrazo a cada uno y les explicó un nuevo tema que hacía enfoque en las figuras literarias…Las figuras literarias, también conocidas como figuras retóricas, son formas no convencionales de emplear las palabras para dotarlas de expresividad, vivacidad o belleza, con el objetivo de sorprender o emocionar. Eran tantas las que habían que se hicieron actividades lúdicas con cada una de ellas para aprenderlas con más facilidad. Terminado esto, Ally les indicó que se hicieran en grupos de 5 y prepara cada equipo una exposición con los temas que había asignado. Todo entonces, se pusieron en esa tarea y al final cada uno se fue a su casa.

Ese día quiso ir Ally a pasos de tortuga a su casa.  Se fue lo más lento que pudiese para no llegar tan rápido. Le bastaba con saber que nadie le esperaba en casa más que una carta que le haría recordar su pasado. Y el agravante futuro que no dejaba de inquietarle.

Abrió su cuarto, tomó la carta, pero al intentar leerla se quedó dormida de lo cansada que estaba. Le pesaba el alma.

15 Y 17 DE octubre del 2018.

“ Querida nieta:
Agradezco el que puedas leer todavía y que no se te dificulte tanto como yo. Tuve que decirle a Margaret que me prestara sus gafas de gran aumento y a duras penas sé qué escribo. No sabría como decirte esto pero hoy sentí que se me olvidaron cosas de las que estoy acostumbrada a hacer. Al principio creí que se trataba de un olvido simple y normal, pero después que se volvió costumbre me comencé a preocupar. Siempre te pedí que me dejaras las llaves debajo del tapete porque detrás del nochero de mi cuarto tengo una nota pegada que me recuerda siempre que debo cogerlas de ahí. No ha existido día desde ese momento que no la pare de leer para que no sospeches nada, y siempre, leo las demás que le acompañan que me recuerdan lo esencial; dónde queda mi cuarto, dónde queda la casa de Margaret, quién es Margaret, en fin. Solo puedo decir que apenas comienza este problema de memoria, no te preocupes, aún sé que escribir, y que lo eres todo para mí.
Recuerdo el día que me dieron la noticia de que toda la familia se había accidentado de viaje a Oslo. En el carro estaba tu madre, tu padre, tus dos hermanitos y tu perruna de confianza Lulú. No quisiste viajar con ellos ese fin de semana por acompañarme a la ceremonia de tu abuelo, y fue una bendición que la vida de resguardará de la horrible tragedia que acabó con la vida de todos a quienes amas. No eras tan ingenua para darte cuenta, desde pequeña eras muy inteligente y haber procesado esa información fue tan duro y tan traumante que no volví a ver tu sonrisa como después de 5 años. En la casa hacía falta tus dos pequeñajos que tanto amabas, el arrullo de tu madre y las sabias palabras de tu padre. Extrañabas acariciar a Lulú hasta quedarte dormida, y no había día que no lloraras en el cementerio al lado de cada uno de ellos, y es que esa noticia hubiese acabado por completo con tu existencia. Al año te accidentaste en un viaje escolar por lo que permaneciste en coma por 6 meses, y al despertar la única persona y cosa que recordabas era a tu abuela. Me recordaste y ya los demás para ti dejaron de existir. 
Cuando la comprensión del mundo volvía a darse de nuevo a tu favor, te explique sobre la tragedia y por qué no tenías como todos tus amigos, ese hilo de familia que se conformaba por dos padres y tal vez, hermanos. Salieron de tus ojos unas cuantas lágrimas, mas el recordarlo no te afectaba puesto que lo habías eliminado completamente de tu memoria. Eso te salvó de la depresión en la que estabas y fue un forma de rescatar tu noble corazón y llenarlo de enseñanzas y amor. 
Cuando el abuelo murió me quedé sola. Aunque te tenía a mi lado, supe que nada me haría más falta, porque nunca consideré familia a nadie más que a la familia de mi hija, quien siempre me cuidó. La única nieta que me quedaba, y la única felicidad que llenaría mi vida de sonrisas. Fue así como te empecé a inculcar valores, con la mera intención de que por encima de todo siempre fuese primero persona. Que te rieras de la vida a pesar de las circunstancias y que por el amor que le empezaste a coger a los niños, formaras tu propia familia y la cuidaras como si fuese lo último que tuvieses en el mundo. Aunque no pudiesen tener una abuela, un abuela o un tia, o una bisabuela por parte de mamá, siempre le enseñaras a ser feliz. Tienes materialmente todo lo que necesitas para vivir, pero nunca te conformes, todo se acaba. Empeñate en lo que amas y verás como todo lo que hiciste con amor se te devuelve como regalo. Ese el vacío que llevas y del que nunca le encuentras explicación. Si hallas a la persona que sientes que te hace feliz, no dudes nunca en arriesgarte. Pero recuerda que siempre existirá el dolor, la clave consiste en cómo aprender de ese dolor.
Estoy enferma del corazón, hija mía. El alzheimer va avanzar pronto y habrá un momento en que no sabré quién eres y en cuestión de un año ni siquiera creo poder seguir con vida. Solo fortalecete de valor, me pondría mal saber que tu vida acabará por esta noticia, pero recuerda que tenés a Margaret que cuidará de ti. Me iré pensando que eres lo mejor que llegó a tocar este sublime corazón. Que le llenaste de felicidad, pero no te mates en la idea de cuando ya yo no sepa reconocer tu rostro angelical, y no pueda recetar de mis miles enseñanzas. Estaré con tu familia, y claro está, con mi familia, dentro de poco tiempo. Le diré que hice lo mejor estando a tu lado, y que eres la mejor persona que he conocido.
Arranca por favor todas las notas que están en el nochero. Lee todos los libros, como te enseñe a mantener la lectura en pie, y por favor cariño, no dejes de escribir para la vida ni dejes de sonreír con el doble de intensidad.
Con amor: Tu abuela. “
Este día solo se limitó a dormir Ally. A dormir y a llorar. No tenía que ir al taller dentro de dos semanas. Agradecía esta vez su ausencia para no contagiar la tristeza que ahora le inundaba. -Buenas noches- Se dijo. -Buenas noches abuela-. 

22 Y 25 DE octubre del 2018.

La casa se sentía un poco más sola de lo normal. Hizo su café, y por petición de la abuela arrancó los papeles que estaban pegados en su oscuro nochero. Cada uno le sacó una lágrima, y al final los guardó en una cajita para mantenerlas hasta que las botara sin culpa o hasta que ya haya sido su tiempo. Limpio de su rostro que se encontraba completamente rojo e hinchado de tanto lloriqueo. Se sentó a leer, y al ver que no debía ir al taller esta semana aprovechó para ir al bar y olvidarse un poco de todo esto. El horario de la abuela establecía que solo el día de mañana podría empezar a visitarle, así que antes de ir al bar fue a comprar ciertos cosas en el supermercado para mañana hacerle de comer sus cosas favoritas, aunque lo hacía todos los días. 
Se llevó el periódico del día y estando en el camino se fijó en un grandioso microrrelato que este presentaba. -¡Magnífico!- Lo dijo con asombro. Eran palabras tan increíbles. ¿Quién escribía de tal forma? Se encontraba en anonimato aquel escrito y lo único que pudo hacer para compartir esa emoción fue diciendoselo a aquel chico de carita cabizbaja. Suponía que verle le hacía sentir que ya no tenía problemas. Le ayudó a corregir un texto y no dudaba que era él quien había escrito ese micro relato del periódico...pero ¿y si no?  Solo se dedicó a su presencia, que era tan significante y grata. 
¿Cómo era que se sentía cada vez que le veía? ¿Realmente le hacía feliz? 
Ese día se regresó a casa para preparar todo para su abuela, realmente estar alegre ya hacía parte de su sangre.

30 de Octubre y 1 de Noviembre del 2018.

Hace ya tiempo que volver al taller hacía falta. Visitaba constantemente Ally a su abuela y todavía esta le podía recordar con el doble de amor. Le dijo lo feliz que estaba que la visitara siempre, y hoy por fin que pudo volver al taller, llegó con regalitos para todos sus pequeñajos. Comenzaron a leer algunos textos de los tópicos literarios y por fin comenzaron con las dos primeras exposiciones que se habían asignado. Luego procedieron a hacer actividades para recordar nuevamente qué se había hecho en todo este tiempo. 
Rieron, bailaron, y al final sintieron que volvían las risas a llenar toda la sala en donde se hallaban todos. La clase acabó y cada uno se dirigió  a su casa. Ally leyó un poco e hizo un poco de poesía. Quién diría que cada una de estas letras las haría en alusión a el chico del bar. 
La satisfacción de que por encima de todas las dificultades nunca faltase el siempre aprender de ellas, tal cual como le había enseñado su abuela, esa tarde le entregó a Jorki otro papel donde había escrito algo de suma importancia con su abecedario personal. Esperaba que no fuese tarde, le comentaba. Porque no sabía si aquel chico le aceptaría para conocerlo y ella en el fondo aunque estuviese confundida por aquel amorío que empezaba a florecer, era inevitable no pensar en él, y en todo lo que ya significaba para ella. Le alegraba su existencia. No había noche que no se acostara pensando en cómo sería tenerlo a su lado sin necesidad de que hubiesen palabras. Él era un total encanto, a pesar de la oscuridad que lo disfrazaba. 

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